dimarts, 2 de desembre del 2008

2008: ¿El año de Nacho Vegas?





Nacho Vegas ya no es solamente uno de los muchos cantautores que han inspirado su obra en músicos de la talla de Tom Waits, Leonard Cohen o Bob Dylan. Ya no hace falta citar referentes para hablar de su música porque ahora el referente es él. No me gusta comparar artistas ni proclamar nada en voz alta, pero hoy lo haré: Nacho Vegas es el mejor cantautor en activo en la lengua de Cervantes. Que me perdonen los incondicionales de clásicos como Sabina o Serrat, pero el asturiano está rompiendo moldes en todos los aspectos. 

“El manifiesto desastre” (Limbostarr, 2008) es la guindilla de un pastel que ya hace tiempo que comemos dulcemente. Hace dos años, el gijonense se juntaba con un héroe aragonés al que todos conocemos y nos invitaban a una doble ración de cerezas, con actuación en el Liceu incluída. El año pasado, Vegas cambiaba Bunbury por Christina Rosenvinge y pasaba del tiempo de las cerezas a los veranos e inviernos fatales. Dos discos magníficos que no han sido más que una larga introducción de este 2008, al que podríamos recordar como el año Vegas. Empezó en enero sacándose de la manga otra genialidad a pares, esta vez con su inseperable Xel Pereda. En este caso, el asunto iba de recuperar canciones tradicionales y grabarlas en clave rock, pero surgió otra genialidad. Su sello tampoco paró y sacó el recopilatorio “Canciones inexplicables 2001-2007”, una buena pieza para los desconocedores del poeta (digo poeta porque si la discografía entera de Nacho Vegas fuese recitada, seguiría siendo bella).

Quizás el recopilatorio fue una buena idea. No me quiero ni imaginar que hubiese pasado si en el proceso de selección hubiesen tenido que incluir temas de El Manifiesto Desastre. Vegas ha esperado a diciembre para sacar a la luz un disco inmenso, tan pesimista como explícito. La señorita Rosenvinge es omnipresente en todo el disco (en coros y en espíritu) y hasta hay un diálogo entre ella y Nacho (Lole y Bolan (Un amor teórico). Tampoco faltan referencias a la ingenuidad infantil (Detener el tiempo), del mismo modo que se nota su recién trabajo con Lucas 15 (Junior suite). 

Todos sabemos que el desamor, el lado oscuro y el desencanto son temas habituales en la obra del asturiano, pero en este disco se hace más evidente que nunca. Aunque musicalmente sigue en su línea habitual (pero ascendente), Vegas también se atreve con la ranchera mexicana (En lugar del amor), todo un guiño a José Alfredo Jiménez. Justamente este tema precede “Morir o matar”, tema que cierra el disco. Quizás se trata de lo más desgrarrador en toda la obra de Nacho (o quizás no, pero aun me dura el estado de schock). Les invito a parar el disco en el segundo 3:05 de esta canción. Una vez se haya hecho el silencio, tienen que meditar si se ven capaces de seguir escuchándolo o de volver a empezar. Sólo les puedo decir una cosa: cualquiera de las dos opciones será una buena elección.